sábado, 13 de agosto de 2011
Cantabria infinita
Desde hacía mucho tiempo que tenía pendiente una visita por la costa cantábrica, pero se había ido relegando. Este año, además, los abueletes de la Ford realizaron el Camino del Norte de Santiago, desde Santander hasta Santiago de Compostela, y después de haber preparado el itinerario para el viaje, no pude ir con ellos por temas laborales.
En 2007, en la Ruta del Cid, conocimos a una estupenda pareja de Cabezón de la Sal, con los que coincidimos a lo largo del viaje. Les debía un visita.
Así que con estos precedentes decidí hacer una miniescapada hacia Cantabria. Mi intención era visitar un par de sitios, Santander, alguna localidad en la costa, pero al final por el viaje inminente a pedales de Occitania, tuve que recortarla a sólo dos días.
Manu y Sonia son una pareja encantadora, amantes de la naturaleza, a la que le dedican su trabajo. Poco tiempo después de regresar de la Ruta del Cid fueron padres de Claudia, tan cariñosa y activa como sus padres. Yo sólo quería pasar de visita pero al final me acogieron en su casa dos días.
El primer día visitamos la costa. Sobre un balcón natural apartado del turismo oteamos San Vicente de la Barquera. Después visitamos Comillas con el estacional bullicio de los turistas en agosto. Decidimos no visitar el Capricho de Gaudí, ya que son 5 euracos por una visita. En su lugar lo vimos desde arriba buscando una panorámica de la ciudad alejandonos de la masificación. El palacio, El capricho, La Universidad Pontificia, con el mar al fondo.
Pero el jueves cambiamos el mar por la montaña. Sonia trabaja en el Parque Natural de Saja-Besaya. Junto a unos amigos Manu y Sonia, nos guiaron por un hayedo, donde se refugian las hadas, en el alto del mismo, por encima de los 1000 metros de altitud, aparecen los pastos de verano, donde pacen los animales. Es territorio del oso y del lobo, y zono de nidificación de aves. Todo un paraíso natural del que me quedé con muchas ganas de conocer en profundidad, sobre todo en otoño, cuando las hojas de la hayas cambien de color, y ascender a las cumbres del parque.
Claudia, Sonia, y Manu, me acogieron en su hogar, este paraíso natural, demostrando que se puede vivir con la naturaleza, no contra ella. Gracias es impagable vuestra amistad.
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