sábado, 23 de abril de 2011

Magdalenas 2011. Etapa 1/3. Morella – Vistabella. La piedra en seco

Hace un tiempo que estaba pensando en hacer una ruta que recorriera la provincia de Castellón, y nunca encontraba el momento de realizarla. Este año,por fin he tenido tiempo libre en la semana de las fiestas de las Magdalenas. Unas fiestas sin preparar un artículo, o un congreso, o las clases de la semana siguiente. Después de tanto burn-out me he tomado las merecidas vacaciones en bici.
Después de barajar varias rutas, fechas y medios de transporte, el recorrido final es el siguiente: Morella-Vistabella-Castellón-Castellnovo.









Etapa 1/3. Morella – Vistabella. La piedra en seco (30/3/2011) 72km.
Altitud mínima=810m, altitud máxima= 1286m, desnivel positivo acumulado = 1584m
Tiempo en mov. = 4h55min, tiempo detenido = 1h06min. vmedia,mov=14.6km/h, vmedia,total=11.9km/h

Esta mañana tomaba el autobús a Morella, que con un suplemento de 4Eur. permite subir la bicicleta. El autobús es de piso bajo, por lo que no tiene mucho maletero y coloco la misma en el hueco del pasillo para las sillas de ruedas. (Nota. Puede ser un problema de espacio en caso de viajar en grupo) Mientras en La Plana brillaba el sol, en las montañas sobre Morella, las nubes se asomaban oscuras y amenazantes, y así subiendo el Port de Querol comenzó a llover , pero en el destino del bus ya había pasado la tormenta. Las incidencias del viaje comenzaron en el momento que bajé del bus y me puse a montar la rueda delantera. No llevaba la tuerca del cierre rápido, que se había caído en el autobús. Por suerte paré al conductor, que ya estaba arrancando y la encontré en el suelo. Uf! Ya me veía abortando el viaje o volviendo a Castellón haciendo caballito.



Sobre las 11h comienzo el camino, descendiendo de la ciudad de Morella hacia la carretera de Ares. Atravieso denas y masías por una carretera cómoda, que tras la lluvia mostraban los colores de la primavera. Mas de Ferrer, Torre Segura, Torre Escuela, la Vega dels Llívis, Mas de Dolz.
Todos estos lugares han tenido una tradición ganadera. Vacas y ovejas, de la mano del hombre han transformado estas duras tierras, en las que era difícil subsistir. Esta obra humana nos ha dejado montes pelados por la sobreexplotación, pero también un legado en forma de assagadors, casas de pastor, corrales y contadores en su mayoría de piedra en seco. Canteros de manos expertas sabían encontrar la correcta posición de las losas calizas. Ya sólo unos pocos atesoran esta sabiduría. Este paisaje de muros de piedra continuará hasta el final de la etapa.
Así prosigo por una de estas obras. Después de almorzar en el Mas de Dolz, atravieso un azagador y abro una cancela para comenzar una larga subida hasta Sant Pere de Castellfort. El firme descarnado dejaba la losa al descubierto. La larga subida aunque de plato pequeño era dulce. Me recordaba a Pedales de León. El camino se suavizaba cuando cruzaba por masías donde las vacas pastaban tranquilamente.
Me incorporo a la carretera de Castellfort, cerca ya de la muela donde se asienta Sant Pere. El viento azotaba con tal fuerza que me refugio en los muros de la ermita. La atalaya natural permite alcanzar con la vista de Morella y al fondo La Tinença y els Ports, mientras que por el otro lado el Peñagolosa muestra su cara norte.
Los modernos molinos guardan los lados de la carretera. Tal es la fuerza del viento que debo parar para no salirme de la calzada. Mientras los quijotescos gigantes agitaban sus brazos armando un fuerte estruendo.
Me detengo para comer en el hotel Los Arcos de la otrora industrial Villafranca. Después de explorar el pueblo tomo la pista del Plà del Mossorro. Unos bomberos estaban apagando un fuego. La combinación del viento y probablemente la quema de algún rastrojo acabó calcinando el margen de un bancal.
La zona por la que transito es un magnífico museo etnográfico al aire libre, donde se expone el uso de la piedra en seco. Hay casetas de pastor, de planta cuadrada de gran tamaño. Desde la Torre Leandra, el camino se hace más pedregoso en dirección al Santuario de la Virgen de la Estrella. El lugar mágico o maldito juega con la luz del atardecer y el ruido de las aguas del Monleón, tras las últimas nieves.
A partir de aquí el rumbo me lleva a salir del agujero que el río Monleón ha labrado en estas montañas, y no es tarea fácil. La subida se hace interminable. Ya en el Pla, con las fuerzas justas recupero el ánimo y me encaramo por el último azagador del día hasta Vistabella del Masetrazgo.
Me alojo en Ca Nostra, donde Rafael alquila habitaciones. Es un buen sitio para hacer noche y como centro de operaciones para conocer la zona en bici.
Como es Magdalena mucha gente del pueblo está con los hijos en Castellón. Solamente el restaurant Els Arcs está abierto. A la hora de la cena me quedo sólo con los dueños, La Mari y el Jose, que gustosamente me sirven una copiosa y reconfortante cena. Un hervidito y embutido de la zona, naturalmente increíble. Me siento como en casa. La cena se alarga con una tertulia. Son gente abierta que ha regresado al pueblo como consecuencia de la crisis económica y que han sabido tirar para adelante. Ánimo.

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